¿QUÉ TIENES TÚ QUE HABLAR DE ÉL?
- Marco Silva
- 21 dic 2020
- 6 Min. de lectura
Actualizado: 26 oct 2022
«Pero al malo dijo Dios: ¿Qué tienes tú que hablar de mis leyes, Y que tomar mi pacto en tu boca? Pues tú aborreces la corrección, Y echas a tu espalda mis palabras» (Salmos 50:16-17).
Los israelitas, aunque hablaban las palabras del Señor, su Ley, Su Pacto, aborrecían su corrección, echaban a sus espaldas sus palabras, eran malos a los ojos del Señor. Así fueron en su mayoría, los fariseos y escribas, en tiempos de Cristo.
1. EL MALO.
Sólo hay dos tipos de personas, los buenos y los malos, el árbol bueno o el árbol malo (Lc 6:43-45). Esto es una verdad que se muestra a lo largo de las Escrituras. Vemos fruto bueno o fruto malo, buen terreno o mal terreno, siervo bueno o siervo malo, peces buenos o peces malos, etc. El falso cristiano, es de los malos, serán condenados; el cristiano genuino, de los buenos, tendrán vida eterna. Los buenos son los santos, que hicieron pacto con Dios en Cristo, fiel, firme, amado por Él para siempre (V5-15).
Los falsos creyentes son malos, hipócritas, corren con los impíos, hacen lo mismo (V16-22). Legalizan el pecado y al pecador, y lo peor, en nombre de Dios. Los justifican, pues son iguales, esclavos de lo mismo; se complacen con ellos (Rom 1:32). Hablan de las leyes de Dios, de su pacto, pero no lo obedecen, toman Su nombre en vano.
2. ¿QUÉ TIENES TÚ QUE HABLAR DE ÉL, DE SUS LEYES?
Veamos algunos ejemplos:
a). El Papa osa hablar en nombre de Dios al mundo, pero dice blasfemias (Dn 7:25).
¿Cómo pretende el Papa hablar de la Ley de Dios si ha pretendido cambiar los tiempos y la Ley? ¿Cómo osa el Papa ser apóstol de Cristo, si quiere usurpar Su Trono autoproclamándose títulos divinos y blasfemos? ¿Cómo pretende el Papa ser mensajero del santo evangelio, si enseña herejías, blasfemias, idolatría, adoración a los santos, a María, salvación por obras, purgatorio, y nunca llama al arrepentimiento? ¿Cómo pretende el papa hablar de la obra de Cristo en la cruz, si procura sacrificarlo en cada misa? ¿Cómo pretende el Papa, en nombre de Cristo, instaurar en el mundo fiestas que Dios no ha mandado, y que incentivan a la idolatría, la superstición, y la carnalidad? ¿Cómo pretende el mundo, siguiéndolo a él, celebrar fiestas en nombre de Jesucristo, si aborrecen su evangelio? Que nadie os engañe en ninguna manera (2 Ts 3:4).
b). Los falsos maestros hablan lo bueno, siendo malos (Mt 12:34).
¿Qué tienen que hablar los falsos maestros del Señor y su Ley? Enseñan a otros, pero no se enseñan a sí mismos (Rom 2:17-24). Dicen y no hacen; enseñan la Ley, pero no la obedecen (Mt 23:2-3). Son sabios, eruditos, teólogos, escribas y fariseos modernos, que cambian la Palabra de Dios por la suya propia (Jer 8:8-9). Enseñan mandamientos de hombres, su corazón está lejos de Dios, tienen una fe de labios (Mt 15:7-9). Dicen Señor-Señor, predican, tienen dones, pero hacen maldad (Mt 7:22-23).
¿Qué tienen ellos que hablar de la bendita Palabra del Señor, si enseñan doctrinas diabólicas como la del cristiano suicida, el cristiano homosexual, el cristiano carnal, el antinomianismo? ¿Qué tienen ellos que hablar de la vida cristiana, si enseñan que el divorcio cristiano, el yugo desigual, la inmoralidad, la impureza, el amor al mundo, la idolatría, son simples falencias de nuestra imperfección? ¿Qué tienen ellos que hablar del nuevo nacimiento, si enseñan que la santidad, negarse, tomar la cruz, apartarse del mundo, es legalismo, fariseísmo e hipocresía? ¿Qué tienen ellos que hablar de la conversión, si creen que un cristiano es tan solo alguien que se hace miembro de una iglesia, se bautiza, afirma unas doctrinas, una confesión, es moralista, y hace sus devocionales? ¿Qué tienen ellos que hablar del pastorado bíblico, si creen que un pastor se hace en los seminarios, institutos, y que su aval viene de los hombres, y no que es un llamado santo del Señor? ¿Qué tienen ellos que hablar del evangelismo y misiones, si no predican a familiares, amigos, conocidos, si están en sus escritorios-conferencias-púlpitos, si no salen a predicar a las calles? ¿Qué tienen ellos que hablar de la iglesia, si toleran en sus congregaciones al tibio, mundano, carnal, cobarde, formalista, moralista, pero desprecian al piadoso, valiente, que no se arrodilla y muere por Cristo? ¿Qué tienen ellos que hablar del glorioso evangelio de Cristo y Su Gracia, si aprueban el ecumenismo, si toleran a Roma, su idolatría, se dan la mano con ella y sus hijas? ¿si son laxos con ella, y no la denuncian? ¿Qué tienen ellos que hablar de Cristo el Rey y Señor soberano, si se han arrodillado al César, si dicen, en nombre de Dios, obedecer a las autoridades, pero lo desobedecen a Él, como viles cobardes, pusilánimes, que no están dispuestos a padecer por Cristo, y que apocan el corazón del pueblo de Dios?
c). Los falsos creyentes también confiesan a Dios, ser sus hijos, templo Dios (Jer 7:4-11).
Proclaman ser su pueblo, hijos de Abraham, confían en ritos externos, pero son una generación de víboras (Mt 3:7-9). Juran en nombre del Señor, pero lo hacen falsamente (Is 48:1). Piden al Señor ser librados de sus angustias terrenales, pero no hacen justicia, se han alejado de Dios (Is 58:2). Son religiosos, se congregan, pero Dios aborrece sus sacrificios (Is 1:11-14).
Amigo, ¿Qué tienes tu que hablar de la Palabra de Dios, si aborreces Su Ley, la santidad, y la obediencia? ¿Qué tienes tu que hablar del poder de Dios, si eres esclavo del pecado, el mundo, Satanás, si amas las vanaglorias de su reino maldito, si eres un tibio, mundano, e hipócrita? ¿Qué tienes tu que hablar del cristianismo, si no estás dispuesto a negarte, tomar la cruz, apartarte del mundo, pues lo consideras legalismo, exageración, y fariseísmo? ¿Qué tienes tu que hablar de los santos de Dios, si desprecias al que quiere vivir en santidad, al que no se deleita en los placeres terrenales, al celoso, valiente, al que dice la Verdad, denuncia la mentira, el pecado, el error, llama al arrepentimiento, que contiende ardientemente por la Fe? ¿Qué tienes tu que hablar de la iglesia rescatada de Egipto, si justificas al impío, al mundano, homosexual, idólatra, ateo, y consideras tus hermanos a los siervos de Faraón y enemigos de Cristo? ¿Qué tienes tu que hablar de amar al prójimo, si aborreces las almas de familiares, amigos, conocidos, si nunca les predicas, ni los llamas al arrepentimiento, si les das un falso evangelio? ¿Qué tienes tu que hablar de ser siervos de Cristo, si eres un cobarde, no predicas, no vives para Él, si tu norma de vida no es la Ley del que dices es tu Señor, si no la ley de tu malvado corazón y la del Estado? ¿Qué tienes tu que hablar de la Biblia y su inerrancia, si crees más a los médicos del sistema, la falsa ciencia, a políticos, periodistas, profesores, filósofos, psicólogos, y sabios y entendidos de este mundo? ¿Qué tienes tu que hablar del Reino de Cristo, su soberanía, su señorío, si obedeces las leyes humanas antes que las de Dios, si te arrodillas y tiemblas ante el Estado, sus emisarios, y sus leyes malditas?
3. ¿ABORRECES LO QUE ÉL DICE?
Si esa es su condición, usted es un necio tomando su Palabra (Pr 26:7), debe ser corregido. No aborrezca Su consejo, no menosprecie su reprensión, oiga a sus siervos (Pr 5:12-14). Sea manso, escuche, calle, obedezca al Señor. ¿Aborrecemos las correcciones, a los que nos las hacen? (Pr 12:1). ¿Aborrecemos ser reprendidos, la luz, huimos de hermanos fieles? (Jn 3:20). El hacerlo, es aborrecer su sabiduría, despreciar su temor, no será escuchado cuando ore (Pr 1:28-29). La Palabra es para redargüir, reprender, exhortar, no apartemos el oído de ella (2 Tim 4:3-4). Si aborrece sus palabras, sus correcciones, es enemigo del Evangelio, como los judíos (Rom 11:28).
No ehe a sus espaldas sus Palabras, no desprecie los llamados del Señor por medio de sus profetas (Neh 9:26). Si desprecia los llamados de arrepentimiento, si aborrece a los que le dicen la Verdad, usted es homicida de corazón, seguirá en sus abominaciones. Si desprecia su sabiduría, enseñanza, las Escrituras, si no la obedece, si no le cree, usted es un insensato (Pr 1:7). No se engañe, no tiene un corazón recto, ha tomado Su pacto en su boca, pero no ha permanecido en él, tenga cuidado, usted es como los israelitas en el desierto (Sal 78:34-37). Es como los israelitas del pacto antiguo, si no se arrepiente no tiene parte en el nuevo pacto sellado con la sangre de Cristo (Heb 8:8-9). No eche a sus espaldas sus palabras, no se enoje como los judíos con Pablo, no heredará la vida eterna (Hc 13:44-46). ¿No escuchará? ¿Seguirá tras los ídolos de su malvado corazón? Peor para usted (Jer 18:11-12). No rechace las correcciones del Señor, llore por su terrible estado espiritual, arrepiéntase, haga caso, no le pase como los judíos en tiempos de Juan el Bautista y Cristo (Lc 7:30-32).
¿Qué tienes tú que hablar de Él? ¿de Su pacto, de sus palabras? ¿si aborrece sus correcciones, si echa a sus espaldas sus palabras? “Pero al malo dijo Dios: ¿Qué tienes tú que hablar de mis leyes, Y que tomar mi pacto en tu boca? Pues tú aborreces la corrección, Y echas a tu espalda mis palabras”
X SU GRACIA: Comunidad Cristiana
Escucha el sermón del domingo (20 de Diciembre de 2020): «¿QUÉ TIENES TÚ QUE HABLAR DE ÉL?»





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