”POR LA FE ABRAHAM OBEDECIà PARA SALIR! (Serie: La Fe).
- mayesil
- 2 nov
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Ā«POR LA FE ABRAHAM, siendo llamado, OBEDECIĆ PARA SALIR al lugar que habĆa de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba.Ā Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa;Ā porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es DiosĀ» (Hebreos 11:8-10).
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āDios le pidió (a Abraham) que fuese a una tierra que le mostrarĆa y le darĆa como herencia. Sin embargo, Abraham nunca llegó a poseer un metro de esa tierra (CanaĆ”n), excepto el lote funerario que compró para Sara, su mujer (Gn 23:3, 20; Hc 7:5). Dios le prometió que harĆa de Ć©l una gran nación. Al llegar a los 100 aƱos, nació su hijo Isaac; y 15 aƱos antes de la muerte de Abraham, entraron al mundo sus nietos Jacob y EsaĆŗ. Pero Abraham nunca vio descendientes ācomo las estrellas del cielo en multitud,Ā y como la arena innumerable que estĆ” a la orilla del marāĀ (He 11:12). Dios llamó a Abraham a sacrificar a su hijo Isaac, porque deseaba probar su fe. Y esa fe triunfó. NoĆ© recibió instrucciones de construir un arca para salvar a su familia del diluvio; Ć©l esperó, y vio su cumplimiento; pero Abraham nunca vio el cumplimiento de estas promesas durante su vida (175 aƱos). Abraham vivió por feāĀ (Hendriksen & Kistemaker).
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1. EL LLAMADO DE DIOS A ABRAHAM.
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EL LLAMADO.
Aunque no era fĆ”cil lo que el SeƱor le pedĆa, como venĆa de Dios, fue un llamado eficaz, por el cual se convirtió de la idolatrĆa de la casa de su padre (Gn 12:1). Abraham adoraba dioses falsos antes de ser llamado por Dios (Jos 24:2). La gracia de Dios es absolutamente gratuita. Toma a algunos de los peores hombres, y los convierte en los mejores. Dios viene a nosotros antes que nosotros vayamos a Ćl. Dios le dijo a Abram que dejara su tierra y su familia, para ir a la tierra prometida (Gn 12:1). Dios nos llama a abandonar el pecado, la compaƱĆa pecaminosa, y todo lo que sea incompatible con Ćl. Somos llamados, no solo a comenzar el buen camino, sino a continuarlo hacia adelante. Esteban recuerda el llamado de Dios a Abraham (Hc 7:2-3). Ćl no permitirĆ” que su pueblo descanse en otro lugar que no sea la CanaĆ”n celestial.
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LA PROMESA DE DIOS.
Dios prometió a Abraham que el lugar al que fue llamado lo recibirĆa despuĆ©s como herencia; que con el tiempo, heredarĆa la CanaĆ”n celestial; y que, con el paso del tiempo, su posteridad heredarĆa la CanaĆ”n terrenal. Dios llama a su pueblo a una herencia. Mediante su llamado eficaz, nos hace hijos, y por tanto, herederos (Ro 8:17). Dios le dijo a Abraham que de Ć©l saldrĆa una gran nación (Gn 12:2-3). Cuando Abram y Lot se separan le promete una tierra para Ć©l y su descendencia (Gn 13:14-15). Se la darĆa a su posteridad para que la disfrutara hasta venir el MesĆas; y Abraham la disfrutarĆ”, con toda su descendencia espiritual, despuĆ©s de la resurrección. Pero Dios leĀ dice que serĆan antes esclavos en Egipto, y el morirĆa (Gn 15:13-15). Al mismo tiempo en que Dios le da la promesa a Abram de un hijo, Isaac; le promete la tierra de CanaĆ”n con limites especĆficos (Gn 15:18-21). Se la promete tambiĆ©n cuando le da a Abraham la circuncisión como seƱal del pacto (Gn 17:7-8). Esto es una promesa para su descendencia natural, en la tierra de CanaĆ”n, hasta la venida del MesĆas.
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JosuĆ© al morir, recuerda al pueblo la promesa a Abraham cumplida en ellos (Jos 24:3). La fe de los padres trae bendiciones a su posteridad. Somos hijos de Abraham por la fe. Esteban resume la esclavitud, la herencia a su descendencia, y la seƱal del pacto (Hc 7:5-8). La Biblia dice que se repartirĆan la tierra de Dios (Jl 3:1-3). Es posible que tenga que ver con la dispersión de judĆos y la partición de la tierra de CanaĆ”n, a partir del aƱo 70 d.C, con el asolamiento de Tito y su ejĆ©rcito. Su tierra fue dividida entre turcos y papistas. Pero tambiĆ©n puede tener una aplicación con la persecución de los cristianos de un lugar a otro, y la confiscación de sus tierras y propiedades. Al derramar la 7ĀŖ copa dice que la gran ciudad es dividida en 3 (Ap 16:18-19). Puede hacer alusión a JerusalĆ©n, la cual es habitada y controlada entre papistas, judĆos y Ć”rabes. O tambiĆ©n puede hacer referencia a Roma, y sus 3 cabezas (Dragón, Bestia, falso profeta).
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Dios estĆ” creando cielos nuevos y tierra nueva (Is 65:17). Esperamos el cumplimiento de esa promesa (Ap 21:1). Su pueblo tiene la promesa de recibir la tierra como herencia, debemos esperarla (Mt 5:5; (Sal 37:9, 11, 18, 22, 29, 34). Esta herencia no se posee de inmediato. Debemos esperar un tiempo; pero es segura, se cumplirĆ” en su tiempo. Esperamos en santidad, la promesa de la tierra nueva (2 P 3:11-13).
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2. LA FE DE ABRAHAM.
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āTan pronto Dios lo llamó, Abraham respondió obediente y presto a hacer lo que le pedĆa: āVete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostrarĆ©ā (Gn 12:1). Por la fe Abraham salió, sin saber a dónde Dios le llevarĆa. Ni siquiera pudo informar a sus parientes a dónde iba, pues que no sabĆaāĀ (Hendriksen & Kistemaker).
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FUE TRAS LA TIERRA DE LA PROMESA.
Abraham viajó desde HarĆ”n hasta CanaĆ”n, dejando atrĆ”s a su parentela. TarĆ©, padre de Abram, primero lo habĆa tomado a Ć©l, SaraĆ, y a lot, para salir Ur de los caldeos hacia CanaĆ”n, al parecer por conocer el llamado de Dios a Abram previamente (Gn 11:31). Abram sale desde HarĆ”n hacia CanaĆ”n, con toda su familia (Gn 12:4-6). Abram honra a Dios en su viaje, al edificarle altar (Gn 12:7-8). Esteban resume su salida (Hc 7:4).
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SALIĆ SIN SABER A DĆNDE IBA.
Atendió incondicionalmente al llamado de Dios. Se sometió a la voluntad y sabidurĆa de Dios, aunque aĆŗn no entendĆa muy bien las cosas. Nosotros tampoco conocemos bien hacia dónde vamos (1 Co 2:9). Conocemos muy poco del lugar a dónde vamos (1 Co 13:12). Andamos por fe, no por vista (2 Co 5:6-7).
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POR LA FE HABITĆ COMO EXTRANJERO EN LA TIERRA PROMETIDA COMO EN TIERRA AJENA.
Abraham vivió en CanaĆ”n, no como heredero y propietario, sino simplemente como peregrino y extranjero. Nuestros antecesores caminaron como peregrinos con la mirada en la promesa (v13). Vivimos como peregrinos y extranjeros en esta tierra, siendo ejemplo de vida piadosa (1 P 2:11-12). Nuestra ciudadanĆa estĆ” en el cielo (Fil 3:20-21). No tenemos acĆ” ciudad permanente (He 13:13-14).
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MORANDO EN TIENDAS CON ISAAC Y JACOB, COHEREDEROS DE LA MISMA PROMESA.
Dios le habĆa prometido la tierra a Abraham, y le repitió la promesa a Isaac y Jacob. Isaac fue coheredero de la misma promesa hecha a Abraham cuando estaba en Gerar (Gn 26:3-4). A Jacob tambiĆ©n le confirmó la promesa, al soƱar con la escalera en Betel (Gn 28:13-14). Todos los santos son herederos de la misma promesa. Por la fe, se le dio a Abraham la promesa de la herencia (Ro 4:13). Nosotros somos tambiĆ©n descendencia de Abraham, por tanto, coherederos de esa misma promesa; la recibimos porĀ gracia por medio de la fe (Ro 4:16). Si somos de Cristo, somos coherederos de la misma promesa hecha a Abraham (GĆ”l 3:29).
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3. LAS MOTIVACIONES DE SU FE
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āLa fe de Abraham se proyectó mĆ”s allĆ” de la promesa de un lugar o una tierra, aun cuando Dios le habĆa prometido la tierra a Ć©l y a sus descendientes. Abraham sabĆa que las posesiones terrenales son temporales; Ć©l siempre tuvo el ojo de su fe puesto en āla ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Diosā (Hendriksen & Kistemaker).
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LA CIUDAD QUE TIENE FUNDAMENTOS, CUYO ARQUITECTO Y CONSTRUCTOR ES DIOS.
Es una ciudad que tiene fundamentos firmes, el fundamento de los apóstoles y profetas, cimentados sobre la Roca que es Cristo (Ef 2:20). Es la ciudad del Dios vivo, JerusalĆ©n la celestial (He 12:22-24). Es la santa ciudad, la nueva JerusalĆ©n (Ap 21:2). Es el tabernĆ”culo de Dios con su pueblo (Ap 21:3-4). Es la gran ciudad santa de JerusalĆ©n (Ap 21:10-11). Tiene 1 muro y 12 puertas (Ap 21:12-14). EstĆ” establecida en cuadro (Ap 21:16). Los cimientos del muro estĆ”n adornados con piedras preciosas (Ap 21:19-20). Su calle es de oro puro (Ap 21:21). No tiene Templo, sol, ni luna, Dios es todo en ella (Ap 21:22-23). Solo puede entrar en ella los que sean salvos (Ap 21:24-27). Tiene el Ćrbol de la Vida en medio de ella (Ap 22:2). Es una ciudad sin ninguna maldición (Ap 22:2). Es una ciudad sin oscuridad (Ap 22:3-4).
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ABRAHAM ESPERABA LA CIUDAD.
Esa era su actitud ante esta ciudad prometida. Hendriksen & Kistemaker comentan: āPor la fe sabĆa que la ciudad que Dios habĆa diseƱado y construido tiene cimientos eternos (Ap 21:14, 19). El anticipaba la nueva JerusalĆ©n, āla ciudad del Dios vivoā (He 12:22), a la cual llegan todos los creyentes para buscar alojamiento⦠Por la fe visualizó la congregación final de todos los creyentes para la fiesta de la redención. El anticipó el advenimiento y la obra de Cristoā.
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Hagamos como nuestros antecesores, que caminaron mirando hacia la patria y ciudad celestial, el cielo (v14-16). Ellos no vieron cumplida la promesa del MesĆas, nosotros sĆ, tenemos un fundamento mayor para esperar (v39-40). Abraham vio a Cristo por la fe, y se alegró (Jn 8:56).
Nosotros, aunque ya vimos ese cumplimiento; sin embargo, tambiƩn debemos ver a Cristo por la fe, y caminar como peregrinos, en obediencia, hacia el seguro cumplimiento de las promesas eternas, la ciudad celestial.
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Ā«POR LA FE ABRAHAM, siendo llamado, OBEDECIĆ PARA SALIR al lugar que habĆa de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba.Ā Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa;Ā porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es DiosĀ».
X SU GRACIA: Comunidad Cristiana.
Escucha el sermón del domingo 2 de Noviembre de 2025: ”POR LA FE ABRAHAM OBEDECIà PARA SALIR!

