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¡POR LA FE ABEL…! (Serie: La Fe).

  • mayesil
  • 21 sept
  • 7 Min. de lectura

Actualizado: 22 sept

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«Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella» (Hebreos 11:4).

 

El primer ejemplo de fe que se registra en este capítulo es el de Abel. Adán y Eva no se mencionan; tampoco muchos otros, hasta Abraham, tal vez por la caída y ruina que vino por ellos; sin embargo, Adán y Eva tuvieron la fe verdadera; instruyeron a Abel en el misterio del sacrificio, y vemos que Dios los cubrió con piel de animal, apuntando al sacrificio de Cristo (Gn 3:21). Comienza con Abel, el primer mártir de la fe, que vivió y murió por la fe; por tanto, es modelo digno de ser imitado por los hebreos y todos nosotros.

 

1. LA OFRENDA DE CAÍN.

 

DIOS RECHAZA LA OFRENDA DE CAÍN (Gn 4:1-7).

Caín era labrador de la tierra, y trajo parte de su cosecha, el fruto del esfuerzo de su trabajo, como dice Gn 3:19: “Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas”. Esta ofrenda representa las obras. Abel, por su parte, el pastor, sacrificó la grosura “de los primogénitos de sus ovejas” (Gn 4:4); la cual, apunta al sacrificio de Cristo, un sustituto. Por otro lado, la actitud de Caín para con Dios era pecaminosa, no vivía piadosamente, como Abel; Dios le dijo que se arrepintiese, que cambiase su modo de vivir, y que dominara el pecado (v7).

 

Así como Caín, muchos profesan conocer a Dios, pero con sus hechos lo niegan (Ti 1:16). El sacrificio de los impíos es abominación a Dios (Pr 15:8). Es ofrecido en maldad (Pr 21:27). El sacrificio que ofreció Saúl también fue rechazado, lo hizo en desobediencia (1 S 15:22-23). Caín es el padre de todas las religiones de obras muertas, de las falsas religiones (catolicismo romano, Islam, Judaísmo, religiones de oriente, el moralismo secular, etc); todas aquellas que buscan justificarse por obras y mandamientos de hombres. Ellas ofrecen duros tratos a sus cuerpos, sin poder contra la carne (Col 2:21-23). No les sirve de nada, porque todo lo que no proviene de la fe es pecado (Ro 14:23).

 

CAÍN ASESINA A ABEL (Gn 4:8-10).

Caín violó el sexto mandamiento (Éx 20:13; Dt 5:17). Cristo le recuerda a los Escribas y Fariseos la sangre derramada de Abel en manos asesinas (Mt 23:35). Caín mató a Abel porque era malvado y envidioso (1 Jn 3:12). El falso creyente persigue al fiel. Ya se con persecución sangrienta, oposición, falsos testimonios, o burlas. La gran ramera está ebria de la sangre de los santos (Ap 17:6). Está manchada con la sangre de muchos otros (Ap 18:24). La sangre de los mártires clama desde el cielo (Ap 6:10).

 

CAÍN ES MALDECIDO POR DIOS (Gn 4:11-14).

Dios lo condena al destierro y el aislamiento; vive errante, fuera de la presencia de Dios, apartado de los caminos del Señor.

 

LA MISERICORDIA DE DIOS Y EL DESTIERRO DE CAÍN (Gn 4:15-17).

¿Por qué no fue ejecutado Caín si la Biblia dice que el asesino debía pagar con su propia vida? (Gn 9:6). Primero que todo, la Ley civil aun no estaba escrita; y por otro lado, Dios trataría directamente con él; su castigo fue el destierro y la maldición, mostrándole también algo de misericordia y enseñarnos que así como Caín, si los hombres no se arrepienten de su maldad, y se entregan a Cristo, tienen reservada la más densa oscuridad, como los falsos maestros (Jud 1:11-13). Su herencia es el infierno eterno (Ap 21:8).

 

LA RESTITUCIÓN DE ABEL (Gn 4:25-26).

“Nuestros primeros padres fueron consolados en su aflicción por el nacimiento de un hijo, al que llamaron Set (sustituto, establecido, colocado); en su simiente la humanidad continuaría hasta el fin del tiempo, y de él descendería el Mesías… Set anduvo en los pasos de su martirizado hermano Abel; fue partícipe de una fe igualmente preciosa” (M. Henry). Job restituyó a Job (42:10, 12-13). Dios prometió restituir a su pueblo (Joel 2:25). Los que siembran con lágrimas, recogerán con gozo (Sal 126:5-6).

 

2. LA OFRENDA DE ABEL.

 

“La excelencia superior del sacrificio de Abel al de Caín, residía tanto en el asunto como en la manera del mismo; uno fue ofrecido de corazón al Señor, el otro solo en apariencia; uno fue ofrecido con fe, el otro no; Abel miró a través de su sacrificio al sacrificio de Cristo, no así Caín. El sacrificio de Abel fue un cordero, tipo de Cristo, el Cordero de Dios; un primogénito, una figura de él que es el primogénito de toda criatura; de los más gordos de su rebaño, expresivo de la excelencia de Cristo… los sacrificios eran de institución divina, tipos muy primitivos de Cristo” (John Gill).

 

LO QUE ABEL HIZO POR FE.

“ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín”.

 

Un sacrificio más pleno y perfecto (Gn 4:3-5). M. Henry resalta tres cosas: 1. Después de la caída, Dios abrió un nuevo camino para que los hijos de los hombres regresaran a él en adoración religiosa. Fue una maravilla de misericordia que toda relación entre Dios y el hombre no se interrumpiera por la caída. 2. Después de la caída, Dios debe ser adorado mediante sacrificios. Que conlleva confesión del pecado (reconciliación, profesión de fe, Redentor, rescate-almas). 3. Desde el principio, ha habido una notable diferencia entre los adoradores.

 

LO QUE ABEL OBTUVO POR FE.

“alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella”. Gn 4:4 dice que Dios miró con agrado a Abel y su ofrenda.

 

Abel fue reconocido por Dios como justo. Justificado, santificado y aceptado. Dios dio testimonio de la justicia de su persona al testificar que aceptaba sus ofrendas (probablemente con fuego del cielo, que consumió ofrenda como señal de misericordia; al igual que el sacrificio que ofreció Moisés y Aaron fue aceptado y confirmado con fuego del cielo (Lv 9:22-24); como el sacrificio que ofreció Elías cuando contendía con los profetas de Baal (1 R 18:36-39). Abel era un “hombre justo”. Vivió en con Dios y con el hombre. Dios miró el corazón de Abel y estuvo satisfecho con los motivos del dador, pues lo hizo en fe, y “Dios ama al dador alegre” (2 Co 9:7).

 

Y aún después de su muerte, Abel es un testigo constante. Habla en las Escrituras; por su sangre, que clama venganza; pero sobre todo por su fe, que aunque muerto, todavía se habla de él. Abel es el padre de los creyentes del tiempo previo a Abraham. Su fe en Dios habla todavía como un testigo constante, y es ejemplo para todos nosotros. Las obras de Abel eran justas, porque fueron hechas en fe (1 Jn 3:12).

 

3. NUESTRA OFRENDA

 

UNA OFRENDA MAYOR.

Cristo recuerda la sangre de Abel el justo a escribas y fariseos, y el juicio que les vendría por rechazarlo (Mt 23:35). Si rechazamos, como hicieron los Escribas y Fariseos, la sangre de Aquel que es infinitamente mayor que Abel, seremos mayormente merecedores del infierno. La sangre de Abel clama desde la tierra, pero la sangre de Cristo, clama una venganza infinitamente mayor, no solo desde la tierra, sino desde el cielo. Ya sea porque la sangre de Abel clame venganza, o por la excelencia de su ofrenda, la sangre de Cristo habla mejor que la de Abel (He 12:22-24). Es necesario un sacrificio de sangre por nuestros pecados (He 9:22). La sangre de animales no podía darnos perdón de nuestros pecados; pero el sacrificio de Cristo y su bendita sangre, nos da eterna redención (He 9:11-12). Cristo padeció una sola vez y para siempre, no muchas veces como se hacían con los sacrificios de animales (He 9:26). Los sacerdotes ofrecían muchas veces los mismos sacrificios, diariamente, los cuales no podían quitar los pecados; pero Cristo nos hizo perfectos para siempre con una sola ofrenda (He 10:11-14). Los sacerdotes tenían que ir cada año en el día de la expiación al Lugar Santísimo a presentar a Dios muchos sacrificios; pero Cristo entró 1 sola vez en el Santuario Celestial mostrando su ofrenda perfecta (He 9:24-25).

 

NUESTRA OFRENDA:

Podemos aprender 7 cosas. 1. Que el hombre caído puede adorar a Dios con la esperanza de ser aceptado. 2. Que si somos aceptados (personas, ofrendas), es por la fe en el Mesías; y lo que no surge de la fe, no es aceptable a Dios. 3. Que no se debe depender de los privilegios de nacimiento, o las acciones externas. 4. Que la aceptación de Dios es un favor especial y distintivo, y apareció desde el principio. 5. Que quienes obtienen este favor de Dios, deben esperar la envidia y malicia del mundo. 6. Que Dios no permitirá que las injurias infligidas a su pueblo queden impunes, ni sus sufrimientos sin recompensa. 7. Que Dios no permitiría que la fe de Abel muriera con él; Él levantaría a otros con una fe igualmente preciosa (v5-39).

 

Por tanto, No podemos ser como Caín (1 Jn 3:11-12). El que aborrece al hermano es homicida (1 Jn 3:13-15). Debemos ser como Abel, justo, con fe, y soportar las afrentas, no infringirlas. Aprendamos de los sufrimientos de Cristo, y por eso nuestros sacrificios deben ser por medio de Él (1 P 2:4-5). Presentemos nuestros cuerpos en sacrificio vivo (Ro 12:1). Presentemos a Dios nuestros miembros como instrumentos de justicia (Ro 6:12-13). Los sacrificios que Dios quiere son el espíritu y el corazón quebrantado, contrito y humillado (Sal 51:16-17). Aprendamos de Abel, y todo lo que hagamos, hagámoslo mirando a Cristo por la fe.

 

«POR LA FE ABEL ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella».



X SU GRACIA: Comunidad Cristiana.


Escucha el sermón del domingo 21 de Septiembre de 2025: ¡POR LA FE ABEL...!



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