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¡ME ABORREZCO Y ME ARREPIENTO!

  • mayesil
  • 12 mar 2023
  • 6 Min. de lectura

«Por tanto me aborrezco, y me arrepiento en polvo y ceniza» (Job 42:6).


Job se aborrece a sí mismo de todas las palabras necias e insensatas que había pronunciado sobre Dios; en las cuales se justificaba a sí mismo y condenaba a Dios. Job no podía aceptar, que a él, un hombre justo y recto delante de Dios, le pasaran las calamidades que estaba viviendo, por tanto se queja y contiende contra Dios. Job aborreció todo lo que dijo en esos momentos. El pecado es abominable en su propia naturaleza, y hace que los hombres, cuando pecan, lo sean. El pecado es repugnante para Dios, y debe serlo para todos los hombres justos, sobre todo cuando se tiene una visión clara de la pureza y santidad de Dios, a lo cual, el pecado es puesto, y también mayor claridad de su gracia, bondad y perdón. Job se arrepintió en polvo y ceniza, lo cual era una ceremonia externa usada por personas penitentes (Job 2:8; Jon 3:6); que expresa la verdad y sinceridad del arrepentimiento.


1. ¡JOB ES REPRENDIDO!


Job, después de las desgracias y calamidades que le vinieron, contiende con Dios, considera injusto lo que le acontecía, pues él era un hombre íntegro. Por esto, Eliú lo reprende, y el Señor le muestra su insensatez.


JOB MUESTRA SU INTEGRIDAD. Su justicia, sus caminos rectos, que era limpio de ojos. Y realmente lo era. Por eso, le reclama a Dios, pues considera injusto lo que le vino (Job 31:1-7). No codiciaba ni la mujer ni las propiedades del prójimo (Job 31:9). Era un amo justo (Job 31:13). Era misericordioso con los necesitados (Job 31:16-21). Su confianza no estaba en las riquezas, estaba en Dios (Job 31:24-25). No era un idólatra (Job 31:26). Era sencillo, no arrogante (Job 31:27). Se compadecía de sus enemigos (Job 31:29-30). Era hospedador (Job 31:31-32). No encubría sus pecados (Job 31:33). Confiaba en Dios (Job 31:35). Afirma que aun la tierra podía testificar a su favor (Job 31:38-39).


ELIÚ REPRENDE A JOB. Le muestra su orgullo, su confianza en su justicia, que no es completamente limpio como creía. Lo reprende por condenar a Dios y justificarse a él mismo (Job 32:2-3). Por creerse limpio, inocente, y sin maldad como para merecer su suerte (Job 33:8-9). Por hablar injustamente contra Dios, por contender con Él (Job 33:12-13). Por decir que Dios era injusto al permitir las pruebas a un hombre justo como él (Job 34:5). Por rebelde, y hablar sin sabiduría (Job 34:34-37). DIOS TAMBIÉN REPRENDE A JOB. Lo muestra lo equivocado que estaba. Lo reprende por su ignorancia y soberbia (Job 38:1-4). Por su insensatez (Job 40:2). Lo pone en su sitio (Job 40:7-9).


Job obró mal, es cierto, estaba indignado por su suerte, se justificaba a sí mismo y condenaba a Dios, ignoraba la soberanía de Dios sobre su vida; pero todas esas virtudes que describe de sí mismo, eran ciertas. No podemos negar que era un hombre justo y recto ante de Dios. El Señor mismo testificó de su integridad (Job 1:8, 2:3). Tenía un Redentor, creía en la resurrección de los muertos, confiaba en que vería algún día a Dios (Job 19:25-27).


¿Podría usted dar testimonio de su integridad, como hizo Job? ¿Dios daría testimonio de su integridad, como lo hizo con Job?


Sea como sea, si estamos como Job, con quejas y contiendas contra Dios por las pruebas que estamos pasando, con sentimientos Auto-lastimeros hacia nosotros mismos, necesitamos de un Eliú y de Dios, para que podamos ver nuestra insensatez.


2. ¡JOB SE ABORRECE!


Después de ser reprendido por Eliú y Dios, Job se da cuenta de su error, insensatez, de su pecado, de lo absurdo de sus argumentos, se aborrece a sí mismo, y se humilla ante el Señor.


Job se da cuenta de su pecado.Se somete humildemente a Dios (Job 40:3-5). Job vio lo mal que estaba, lo mal que juzgaba, su orgullo, insensatez, falta de sabiduría, sus palabras necias, su contiendas y quejas contra Dios, como se justificaba a sí mismo para condenar a Dios. Debemos ver nuestra condición pecadora, la gravedad del pecado (propio), su inmundicia, lo desagradable que es para el Señor. Dios ve muy grave el pecado, ve grave, hasta el pecado más pequeño. ¿Cómo ve usted el pecado? ¿cómo ve sus pecados? Los niños no ven la gravedad del pecado, ¿es usted como un niño? ¿necesita aún de leche? ¿no puede ver? ¿no ve la gravedad? ¿no entiende lo que tuvo que hacer Dios? ¿lo que tuvo que padecer su Hijo? Por estos pecados padeció Cristo, no los consintamos más (Is 53:5). Si está en pecado, no agrada a Dios (Ro 8:8). Si somos nacidos de Dios, no podemos vivir en el pecado (1 Jn 3:9). Debemos entender como Dios ve el pecado, como lo aborrece, lo que tuvo que hacer para limpiarlo, lo que tuvo que entregar, a lo más preciado, a Su Hijo Unigénito.


¡No se excuse más! Pida convicción de pecado, tristeza para vida, arrepentimiento para salvación, no tristeza ni remordimiento para muerte, como el de Judas. ¡Confiese sus pecados como Job! ¡Aborrézcase!


“POR TANTO ME ABORREZCO”. Fuertes palabras. Podría parafrasearse (según Spurgeon): “Me da náuseas. Estoy disgustado conmigo mismo. Expulso de mi alma todo pensamiento orgulloso de mí mismo, lo expulso de mí como algo repugnante e intolerable”. Job reconoce la grandeza y sabiduría de Dios, y acepta lo irrazonable de sus argumentos, su culpa y pecado, se aborrece a sí mismo, y se humilla humildemente ante el Señor (V1-6). Isaías vio su inmundicia, ante el Dios tres veces santo, la aborrecía (Is 6:5). Pablo aborrecía su carne, no la consentía, porque sabía que allí moraba el mal (Ro 7:13-20). Pablo aborrecía el mal en él (Ro 7:21-23). Pablo quería ser librado de su pecado, se consideraba un miserable (Ro 7:25).


Pidamos a Dios ver el mal que aún hay en nosotros. Aborrezcámoslo y aborrezcámonos a nosotros mismos. Que nos enseñe lo que no vemos, como dijo Job (34:32). Que nos examine y prueba para ver si hay alguna perversión (Sal 139:23-24). No estamos libres de pecado (Jn 8:7). Que no seamos ciegos a ningún pecado (Sal 19:12). Que no nos engañemos (1 Jn 1:8). No encubramos el pecado, si somos del Señor, y queremos crecer espiritualmente (Pr 28:13).


3. ¡JOB SE ARREPIENTE!


Job se arrepiente sinceramente, su arrepentimiento es profundo, lleno de dolor y culpa por ofender a Dios.


¿DE QUÉ DEBÍA ARREPENTIRSE JOB?: De todas sus palabras y deseos necios. De maldecir el día que nació (Job 3:3; 11-13). De desear la muerte para acabar con sus sufrimientos (Job 6:9). De sus quejas y contiendas contra Dios (Job 7:11). De desconfiar de Dios, de pensar que era indolente (Job 9:16). De su orgullo y su justicia propia (Job 31:6). Job se arrepintió genuinamente, fue una bendición que el Señor lo humillara, como dijo el salmista (Sal 119:71).


TENGAMOS CUIDADO DE LOS FALSOS ARREPENTIMIENTOS. Como Faraón con la plaga de granizo, que exaltó la justicia de Dios y reconoció su impiedad, pero solo para ser librado de la plaga (Éx 9:27-28). Al igual que en la plaga de langostas (Éx 10:16-17). O como Judas, que devolvió las monedas de plata, reconociendo haber derramado sangre inocente, pero se ahorcó (Mt 27:3-5). O como cuando Saul reconoce haber pecado, quebrantar el mandamiento de Dios y temer al pueblo, pero solo para mantener su reino, y no quedar mal ante el pueblo (1 Sam 15:24-30). O como cuando David le perdonó la vida, que reconoce su necedad al perseguirlo (1 Sam 26:21). Reconoce también que David es el bendito de Jehová (1 Sam 26:25a). Ellos no se habían humillado, no se habían arrepentido en polvo y ceniza, no corrigieron sus malos caminos.


Cuidado, hermanos con reírnos del pecado (pasado, presente), tomarlo a la ligera (grandes y pequeños), justificarlo, excusarlo, no reconocerlo, ocultarlo, confesarlo hipócritamente, de labios, para quedar bien ante los hombres, por conveniencia, para que no le digan más, para evitar las consecuencias.


“ME ARREPIENTO EN POLVO Y CENIZA”.Como en una penitencia expresa y pública. Me tiro aquí en tierra, pongo mi boca en el polvo (J. Trapp). El verdadero arrepentimiento trae convicción de pecado, contrición, dolor piadoso, tristeza según Dios (2 Co 7:9-10). Debemos ser solícitos en reconocer el pecado, no defendernos ni excusarnos, debemos indignarnos por el pecado, temer, arder de celo, y vindicar a Dios (2 Co 7:11). Debe haber contrición y humillación (Sal 51:17). Como David al pecar con Betsabé, que se humilló y vindicó a Dios (Sal 51:1-4). Como la mujer a los pies de Cristo lloró humillada por sus muchos pecados (Lc 7:37-38). Como Pedro que lloró amargamente por negar tres veces a su Señor (Lc 22:62). Como el hijo prodigo que vio su indignidad, y clamó al cielo por haber pecado contra Dios (Lc 15:17-21). Israel se avergonzará de haber matado a Cristo (Ez 16:61-63). Israel llorará, se afligirán, habrá llanto en Jerusalén (Zac 12:10-14).


Hermanos, lamentemos nuestra condición como Job que en su desgracia se sentó en ceniza (Job 2:8). Iglesia, arrepintámonos en polvo y ceniza por la tibieza e injusticia, como le dijo el Señor a Jerusalén y Judá (Jer 6:26). Pastores, arrepintámonos en polvo y ceniza porque el rebaño está como oveja sin pastor, como dijo Jeremías a los pastores de Juda (Jer 25:34-35). Anunciemos el evangelio, llamemos al arrepentimiento, anunciemos los juicios que se vienen, como hizo Jonás en Nínive, para que las naciones, esta nación, nuestra familia, amigos, nuestros discípulos, se visitan de cilicio y se arrepientan en polvo y ceniza (Jon 3:6-8).


Sigamos diciendo como Job: “Por tanto me aborrezco, y me arrepiento en polvo y ceniza”.



X SU GRACIA: Comunidad Cristiana.



Escucha el sermón del domingo (12 de Marzo de 2023): «¡ME ABORREZCO Y ME ARREPIENTO!».



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