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¡LA CORRUPCIÓN NO ES SUYA!

  • mayesil
  • 29 jun
  • 5 Min. de lectura
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«La corrupción no es suya; de sus hijos es la mancha, generación torcida y perversa» (Deuteronomio 32:5)

 

“Dios no los corrompió (a Israel), pues Él es justo y recto; ellos son los únicos autores de su pecado y ruina... Se han depravado o destruido a sí mismos… Aún los hijos de Dios tienen manchas de pecado (en su estado imperfecto)… Pero el pecado de Israel no era este; no era una enfermedad contra la que luchaban, velaban y oraban, sino un mal que sus corazones estaban decididos a hacer. Eran una “generación torcida y perversa”. Impulsada por un espíritu de contención, hacían lo prohibido, anteponían su voluntad a la voluntad de Dios, impacientes con la reprensión, odiaban ser reformados y seguían perversamente el camino de su corazón… Obispo Patricio: ¿Les causó algún daño? ¿Es Dios el culpable de los males que azotarán a Israel? No, “sus hijos son su mancha”, todo el mal que les viene es fruto de su maldad” (Matthew Henry).

 

El mundo culpa a Dios de todo, de las guerras, la maldad, las injusticias, el hambre, la pobreza, los asesinatos, las violaciones de niños o niñas. El mundo hace a Dios autor del mal, autor del pecado.


Nosotros también lo podemos culpar, de nuestros pecados, caídas, debilidades, al escudarnos en que Dios no nos ayudó o no nos escuchó, o en su soberanía, al decir que era su voluntad que cayéramos. Lo culpamos como injusto, cuando estamos en una disciplina o prueba. Los que apostatan de la fe, y se van de la iglesia, lo culpan diciendo, que no era un elegido, y por tanto se van en pos de sus concupiscencias.

 

1. EL CÁNTICO DE MOISÉS.

 

Este cántico fue dado por designio de Dios, y por medio de Moisés, a los hijos de Israel, como advertencia permanente para que se cuidaran de abandonar a Dios. Comprende todas las relaciones de Dios con Israel, de principio a fin. Ofrece un solemne relato de su grave pecado, de la ira y juicio divinos. Este canto tenía como propósito recordar a los israelitas su historia como pueblo elegido y guiarlos en su pacto con Dios.

 

Moisés se dirige al pueblo para iniciar el cántico (Dt 31:30-v3). Los versos 4-6 contrasta el carácter santo, recto y justo de Dios, con la perversión e ingratitud de Israel. En los versos 7-14 se narra las muchas bondades de Dios con Israel. La ingratitud e idolatría de Israel se muestra en los versos 15-18. Los versos 19-25 describen los juicios Divinos a Israel por su rebelión. En los versos 26-38 Dios detiene su venganza hacia Israel. Concluye el cantico en los versos 39-43, Dios anunciando la liberación de su pueblo.

 

2. LA CORRUPCIÓN NO ES SUYA.

 

DIOS ES PURO, SANTO, RECTO, JUSTO.

 

Es la perfección, pureza, sin pecado. En Él se hallan todas las excelencias morales (lo opuesto al hombre, lo que más nos separa de Él). Dios es la Pureza absoluta, sin la más leve sombra de pecado, no hay tinieblas en Él (1 Jn 1:5). Es tres veces Santo (Is 6:3). Dios aborrece la maldad (Sal 5:4-5). Dios no tolera el mal (Hab 1:13). Dios hizo todo bueno (Gn 1:31). Creó las cosas visibles e invisibles, el mundo espiritual (Col 1:16). Su Ley es santa, justa, buena (Ro 7:12). Su Ley es perfecta, sus testimonios fieles (Sal 19:7). Sus mandamientos son rectos, sus preceptos puros (Sal 19:8).

 

Dios hace siempre lo que es justo (Gn 18:25). Todos sus juicios son justos (Sal 19:9). Todo lo bueno que tenemos viene de Él (St 1:16-17). Cristo es la mayor dádiva para nosotros; Él también fue puro, santo, recto, justo, no pecó (He 4:15). Cristo es el Santo, que además no vio corrupción (Hc 2:27). Fuimos rescatados por medio de un Cordero sin corrupción (1 P 1:18-19). El solo acepta en su presencia al recto (Sal 15:1-5).

 

¡LA CORRUPCIÓN NO ES SUYA!

 

El pecado, el mal, no provienen de Él; viene de otras fuentes (Hombre, Satanás, concupiscencias internas). Dios no tienta al mal ni al pecado (St 1:13). Dios no es al autor del pecado y del mal. Como dice la Confesión Bautista 1689 (Cap. 3, Nm. 1): “Dios ni es autor del pecado ni tiene comunión con nadie en el mismo”. Dios hizo al hombre recto, pero éste buscó la perversión (Ecl 7:29). Los males del mundo no son culpa de Dios, son culpa del hombre (Is 24:5-6). Los hombres son también los que hacen caer a otros, no Dios (Mt 18:7). Los falsos maestros llevan a muchos al error, pero también es responsable el que oye, pero nunca Dios (2 P 2:3-4). Dios los hará caer (Is 29:20-21). Ambos serán condenados (Mt 15:14).

 

Dios creó a Satanás perfecto, pero este buscó el mal (Ez 28:15). Arrastró consigo a la tercera parte de los ángeles (Ap 12:4). Satanás, no Dios, guía al mundo a la maldad, está bajo su influencia (1 Jn 5:19). El mundo nos seduce al pecado; no Dios (1 Jn 2:16).

 

Dios tampoco hace injusticia, al escoger a unos y dejar a otros (Ro 9:14-15). La culpa es del que se condena, no de Dios; pues no quiere ir a la luz (Jn 3:19). Dios no echa fuera al que quiere sinceramente ir a Cristo (Jn 6:37). La verdad es que los hombres no quieren (Jn 5:40). Nuestra injusticia resalta su justicia, es cierto, sin embargo, Dios es justo al condenar (Ro 3:5-6). No podemos hacer mal para que venga el bien (Ro 3:7-8). Hermanos, en verdad, nuestra corrupción, no proviene de Dios (St 1:13).

 

3. DE SUS HIJOS ES LA MANCHA

 

¡DE SU HIJOS ES LA MANCHA!

 

Del hombre en general, pero especialmente, de su pueblo visible. La maldad en días de Noé era desbordada (Gn 6:5). La tierra estaba corrompida (Gn 6:11-12). Los israelitas se corrompieron haciendo el becerro de oro (Éx 32:7-8). La idolatría llevaría a Israel a corromperse (Dt 4:15-18). Moisés les dice antes de morir, que eso pasaría (Dt 31:29). Cada vez que moría un juez se volvían a corromper (Jue 2:19). Israel en días de Isaías estaba totalmente corrompido (Is 1:5b-6). Efraín, el reino del norte, tocó fondo en su corrupción (Os 9:9). Jerusalén (Judá) en tiempos de Sofonías (Reinado de Josías), fueron diligentes en corromperse (Sof 3:7). Los escribas y fariseos eran llenos de inmundicia (Mt 23:27-28). Esteban les dijo que eran incircuncisos (Hc 7:51). Pero no veían su corrupción (Jn 8:41). No responsabilicemos a Dios de nuestros pecados (St 1:13-15). De nada sirve culpar a Dios, nada logramos al pecar, nos dañamos a nosotros (Job 35:6-8). Pagaremos solos (Pr 9:12). Acudamos a Dios (sin culparlo), o pereceremos (Os 13:9-11).

 

¡GENERACIÓN TORCIDA Y PERVERSA!

 

Todos los que no quieren ver sus pecados, y someterse a Dios. Isaías llamó a Judá “generación de malignos” (Is 1:4). Asaf advirtió al pueblo a no ser como sus padres, una “generación contumaz y rebelde” (Sal 78:7). Juan el Bautista llamó a los fariseos y saduceos “generación de víboras”, por creer que podían ser salvos por bautizarse o por ser hijos de Abraham (Mt 3:7). Cristo llamó a los Fariseos y saduceos “generación mala y adúltera”, por tentarlo al pedirle señales (Mt 16:4). Cristo llamó a sus discípulos “generación incrédula y perversa”, por incrédulos (Mt 17:17). Cristo llamó a los escribas y fariseos “generación de víboras” (Mt 23:33). No podemos ser así, más bien debemos alumbrar en medio de esta “generación maligna y perversa” (Fil 2:15-16).

 

Luchemos contra nuestra carne (Mt 26:41). Pidamos la ayuda del Señor (He 4:16). Sometámonos al Señor, acudamos a Él, luchemos contra el pecado, abandonémoslo. Si vencemos es por su gracia y misericordia, si caemos, es por nuestra negligencia y maldad, nunca por su culpa. Él es Santo, no hay tinieblas en Él, aborrece la maldad, Él no tienta a nadie al mal.

 

¡La corrupción no es suya! “La corrupción no es suya; de sus hijos es la mancha, generación torcida y perversa”.



X SU GRACIA: Comunidad Cristiana.


Escucha el sermón del domingo 29 de Junio de 2025: ¡LA CORRUPCIÓN NO ES SUYA!


 

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