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¿HABLARÉ COMO ELLOS?

  • mayesil
  • 24 ago
  • 5 Min. de lectura
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«Si dijera yo: Hablaré como ellos, He aquí, a la generación de tus hijos engañaría» (Salmos 73:15)

 

“Aunque había pensado mal, se cuidó de expresarlo. Es malo pensar mal, pero es peor expresarlo, pues es consentir y darle licencia al mal pensamiento; y que infecte a otros. Pero es bueno si nos arrepintamos de la mala imaginación del corazón y la reprimimos. Si has sido tan necio como para pensar el mal, sé tan sabio como para poner tu mano sobre tu boca, y no la dejes ir más allá (Pr 30:32). Debemos pensar 2 veces antes de hablar 1 vez…los segundos pensamientos pueden corregir los errores del primero... La razón por la que no lo diría fue por temor a ofender y hacer tropezar a aquellos a quienes Dios reconocía como sus hijos” (Matthew Henry).

 

1. EL CONFLICTO DEL SALMISTA.

 

Este salmo muestra el conflicto que el salmista tuvo con la tentación de envidiar la prosperidad de los malos, y también el pensar que seguir los caminos de Dios era vano e inútil, al ver las aflicciones de los justos. Sin embargo, entró en razón al darse cuenta el final de los malos, y que su confianza estaba en el Señor.

 

Algunos lo titulan “Salmo para Asaf”; de parte de David, quien sería el autor, para que Asaf lo usara en el servicio público, pues posiblemente sería el musico principal. Sin embargo, lo más seguro es que Asaf si lo escribió, pues leemos de “las palabras de David y de Asaf vidente”, usadas para alabar a Dios en tiempos de Ezequías (2 Cr 29:30). Este salmo, y los 10 que siguen (hasta el 83), llevan el nombre de Asaf en sus títulos.

 

LA TENTACIÓN DEL SALMISTA (v1-14).

“El salmista estaba fuertemente tentado a envidiar la prosperidad del impío. Pero plantea el principio para permanecer firme: La bondad de Dios... Los buenos pensamientos de Dios fortalecen contra las tentaciones de Satanás… La gente necia e impía tiene, a veces, una gran cuota de prosperidad exterior. Parecen tener la menor cuota de problemas de esta vida, y la mayor cuota de comodidades. Viven sin temor de Dios; no obstante, prosperan y progresan en el mundo… suelen pasar su vida sin mucha enfermedad, y la terminan sin gran dolor. En cambio, muchos piadosos apenas saben qué es la salud y mueren con grandes sufrimientos… De todo esto surge la fuerte tentación de desechar la religión” (Matthew Henry).

 

EL SALMISTA COMPRENDE SU ERROR (v15-20).

“Se refrenó de decir lo que había pensado mal (Servir a Dios es vano)... Oró a Dios que le aclarara bien este asunto; y entendió el final desgraciado de la gente mala; aun en la cumbre de su prosperidad no están sino madurando para la destrucción... Las aflicciones del justo terminan en paz; los placeres del impío terminan en destrucción. La prosperidad del impío es corta, incierto e inestable… es como un sueño que puede complacernos un poco mientras dormimos, pero que aún perturba nuestro reposo” (Matthew Henry).

 

EL SALMISTA RECONOCE SU NECEDAD Y SE AFERRA A DIOS (v21-28).

“El salmista reconoce que fue su necedad e ignorancia lo que lo hicieron sufrir (no Dios)… fue vivificado para aferrarse más fuerte a Dios. El mismo cielo no podría hacernos dichosos sin la presencia y el amor de Dios. El mundo y toda su gloria se desvanece. El cuerpo fallará por enfermedad, edad o muerte... Pero nuestro Señor Jesucristo ofrece ser el todo en todo a cada pobre pecador que renuncie a todas las otras porciones y confianzas” (Matthew Henry).

 

2. ¿CÓMO HABLAN ELLOS?

 

Miremos lo que dice en general el mundo, como hablan, lo que piensan, lo que hacen.

 

Están llenos de soberbia y jactancia (v6-11). El malo cree que Dios no verá ni juzgará su maldad (Sal 10:6-11). Vive en el pecado, hacen daño; cree que Dios no los ve, y que nunca tendrá que dar cuentas a Él, se jactan, no lo toman en cuenta para nada. Muchos son más necios, y con su boca proclaman que Dios no existe (Sal 53:1). Proclaman su ateísmo, lo proclaman, lo enseñan, pero a la vez juzgan a Dios, y contienden con Él. Muchos confían en sus razonamientos, virtudes, bondad, y cambian al Dios verdadero por ídolos (Ro 1:21-23). La religión supersticiosa pide señales; el humanista pide sabiduría (1 Co 1:22-23).

 

Los falsos maestros hablan de las cosas del mundo (1 Jn 4:5). Los enemigos de Cristo solo piensan en lo terrenal (Fil 3:18-19). El que ama el mundo busca satisfacer sus deseos carnales (1 Jn 2:16). Son materialistas, corren por lo que perece (Jn 6:26-27). Son avaros, hacen tesoros en la tierra, no en el cielo (Lc 12:15-21). Buscan asegurar su bienestar terrenal con propiedades, dinero, pensión, pero sin Cristo; no proveen para el cielo. Los gentiles se angustian por qué comerán o con qué se vestirán; viven angustiados por la provisión futura (Mt 6:31-32). Los que hacen planes sin Dios, se jactan del mañana; viven haciendo planes futuros terrenales y materiales, sueñan, meditan, planean, sin contar con Dios (St 4:13-16).

 

Las hijas de Sión eran soberbias, vanidosas, sensuales (Is 3:16-17). El hijo prodigo malgastó su herencia en el mundo (Lc 15:12-14). Muchos jóvenes irrespetan y pasan por encima de sus padres, son rebeldes, desobedientes, caprichosos, egoístas (Pr 30:17).

 

3. ¿HABLARÉ COMO ELLOS?

 

“(si hablare) como los impíos, (v8-9, v11), o como él lo había pensado (v13-14). Por lo cual lo guardó para sí mismo, y no dio a conocer a los demás los razonamientos de su mente, y las tentaciones bajo las cuales estuvo, pues a la generación de tus hijos engañaría. Se debe tener cuidado y no hacerlos tropezar (Mt 18:6)… al ceder a esta tentación, que puede evitarse al considerar al pueblo de Dios, y el cuidado que Dios ha tenido de ellos, y su preservación en todas las épocas” (John Gill).

 

NO CEDAMOS A LA TENTACIÓN.

No envidiemos a los impíos; hacen lo malo (Pr 24:1-2). No los envidiemos; serán cortados (Sal 37:1-2). No nos turbemos por su prosperidad, serán destruidos (Sal 37:7, 9). No pensemos que en vano servimos al Señor (Mal 3:14-15). Si neciamente hemos pensado así, refrenemos nuestra boca (Pr 30:32). Si ya hemos hablado neciamente, callemos (Job 40:4-5). Reconozcamos nuestra necedad, y humillémonos ante el Señor (Job 42:3-5).

 

NO SEAMOS TROPIEZO.

El Salmista pensó que era en vano servir al Señor (v12-14). Los hijos de Elí tenían mala fama en el pueblo por inmorales (1 S 2:22-24). Los sacerdotes en tiempos de Malaquías habían hecho tropezar a muchos (Mal 2:7-8). Muchos hacen tropezar a los niños (Mt 18:6). ¡Ay del que haga tropezar a otros! (Mt 18:7). Algunos podían ser tropiezo a los judíos cristianos, con lo que comían o bebían, y al no guardar las fiestas judías (Ro 14:20-21). Muchos hacen caer a otros al comer lo sacrificado a los ídolos (1 Co 8:10-13).

 

Muchos maestros judíos hacían que el nombre de Dios fuera blasfemado, al no practicar lo que enseñaban (Ro 2:21-24). Los falsos maestros y profetas, mercaderes de la fe, hacían que el camino de la verdad fuera blasfemado (2 P 2:2-3). Las mujeres cristianas que no cumplen sus deberes y rol, hacen que la Palabra de Dios sea blasfemada (Ti 2:3-5). Dina salió a ver a las hijas del país y codiciar sus vidas (Gn 34:1). Fue a ver a las hijas de la tierra, pero también fue para que la vieran los hijos de la tierra. Las consecuencias: La pérdida de su honor por estar donde no debía.

 

LA GENERACIÓN DE DIOS.

Debemos ser cuidadosos de decir o hacer algo que pueda hacer tropezar a alguno de los creen en Cristo (Mt 18:6), entristecer sus corazones, debilitar sus manos o quebrantar su interés. Sirvamos fielmente a la generación del Señor (Sal 22:30-31). Su generación es pura y recta (Sal 24:3-6). Su generación es linaje escogido, nación santa (1 P 2:9).

 

¿HABLARÉ COMO ELLOS? “Si dijera yo: Hablaré como ellos, He aquí, a la generación de tus hijos engañaría”.



X SU GRACIA: Comunidad Cristiana.


Escucha el sermón del domingo 24 de Agosto de 2025: ¡HABLARÉ COMO ELLOS!



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