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¡EL AMOR CUANDO VENGA LO PERFECTO! (Serie: La preeminencia del Amor).

  • mayesil
  • 27 jul
  • 6 Min. de lectura
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«Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; 10 mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará. 11 Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño. 12 Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido» (1 Corintios 13:9-12).

 

Los dones están, porque somos imperfectos, y los necesitamos como ayuda para conocer a Dios en parte. Hoy vemos los bordes del amor de Dios, veladamente, pero un día veremos y sentiremos perfectamente su amor. Hoy no entendemos plenamente el amor de Dios por nosotros; amamos imperfectamente, pero allá amaremos perfectamente, sin pecado, y no necesitaremos los dones. Pero el amor siempre lo necesitaremos.

 

En los v1-3, vimos que aunque hablemos en lenguas, tengamos profecía, entendamos todos los misterios, hagamos cualquier sacrificio externo (ayudar-pobres, inmolarse), si no tenemos amor (Ágape), nada somos. En los v4-7, vimos las diferentes características del amor. En el v8 vimos la duración y perpetuidad del amor, en comparación con los dones espirituales, que acabarán.

 

Acá, en los v9-10, vemos la imperfección de los dones, que acabarán en el estado perfecto. Compara el estado imperfecto presente a la niñez, y el futuro a la adultez (v11). El conocimiento imperfecto (hoy) lo compara a mirar a través de un espejo (oscuro: enigma, acertijo); y el conocimiento perfecto (cielo), a ver cara a cara, sin ayuda artificial (v12).

 

Concluye el capítulo diciendo, que el amor, no solo es preferible a los dones, también a las gracias más eminentes, como la fe y la esperanza; pues el amor las excede, en duración y uso (v13).

 

1. UNA SOCIEDAD SIN AMOR.

 

Vivimos en una sociedad sin amor, o de falso amor: de palmaditas en la espalda, de justificar el pecado de seres queridos, de congraciarse con sus vidas, para vernos “amables” y no pasar por “groseros”. Una sociedad de falsa caridad, de ayudar al que no se debe ayudar (al vago, perezoso, irresponsable), de callar para no ofender, de preocupación por el bienestar terrenal y corporal, antes que por el bien espiritual.

 

Un amor que busca proteger la carne, no lo espiritual, como el amor que tuvo en un momento Pedro por Cristo (Mt 16:22-23). El hombre natural no entiende las cosas de Dios, por eso “ama” incorrectamente, ni siquiera imperfectamente, no ama en realidad (1 Co 2:14). En la iglesia muchos indoctos e inconstantes, tuercen lo que no entienden, por eso tuercen, entre otras cosas, lo que es el verdadero amor (2 P 3:16).

 

Una sociedad que demanda amor de los otros, pero no lo dan, son egoístas, amadores de sí mismos, solo buscan lo suyo, no lo del otro (Fil 2:21). Una sociedad que dice amar al prójimo, pero odia en su corazón, son envidiosos, quieren el mal del otro, su caída (no por temas espirituales). Están llenos de ira y rencor (Mt 5:22). El que aborrece a su hermano es un homicida (1 Jn 3:15). El que no ama a su hermano está en muerte (1 Jn 3:14).

 

Dicen amar a Dios, pero no está en ninguno de sus pensamientos, no lo obedecen, no leen su Palabra, no oran, no tienen comunión alguna con Él, incluso “cristianos” profesantes. Con sus hechos niegan a Dios (Ti 1:16). Quien no obedece sus mandamientos, no ama en realidad a Dios (Jn 14:24).

 

2. EL AMOR EN UN ESTADO IMPERFECTO.

 

“Los dones son adecuados solo para el estado de imperfección: Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos (v9). Nuestro mejor conocimiento y habilidades son, como nuestra condición: limitados y temporales. Incluso el conocimiento inspirado era solo parcial. ¡Cuán poco de Dios y del mundo invisible oyeron, incluso, los apóstoles y hombres inspirados!... estos dones son apropiados para el estado imperfecto de la iglesia, valiosos, pero no comparables con el amor, debían desvanecerse, mucho antes, mientras el amor perdurará para siempre” (Matthew Henry).

 

Hoy conocemos en parte (v12). Conocemos muy en parte lo que es el cielo (1 Co 2:9). No podemos descubrir los secretos de Dios (Job 11:7-8). Solo conocemos el borde de sus caminos (Job 26:6-14). Como Agur, no conocemos la ciencia del Santo (Pr 30:3-4). No podemos comprender su omnisciencia (Sal 139:1-6). No podemos contar sus pensamientos (Sal 40:5). No podemos entender plenamente su mente (Ro 11:33-34). Debemos reconocer que nuestro conocimiento es limitado (Job 15:7-8). Lo que sabemos, lo sabemos de forma imperfecta, en parte (1 Co 8:2). Los santos del Antiguo Testamento conocían aún menos que nosotros, veían en sombras (He 10:1). Aun así, a los profetas también se les reveló el evangelio que vendría en Cristo (1 P 2:12). 

 

Aunque hay cosas ocultas, y en parte conocemos, lo que Dios nos ha revelado, debemos obedecerlo (Dt 29:29). Dios quiso revelar a sus escogidos sus cosas (Mt 11:25-26). Se nos fue revelado el Padre por el Hijo (Mt 11:27). Se nos fue dado conocer los misterios del Reino (Mt 13:11). Se nos reveló el evangelio de las inescrutables riquezas, el misterio escondido en el pasado (Ef 3.8-9). En Cristo descubrimos todas las riquezas, misterios y tesoros Divinos (Col 2:2-3). Cristo desató los sellos para que la iglesia entendiera lo que iba a pasar a lo largo de su historia (Ap 5:4-5). Cristo debe habitar en nosotros para poder comprender la profundidad de su amor (Ef 3:17-19). Tenemos la mente de Cristo para discernir las cosas (1 Co 2:15-16).

 

Por eso hermanos, aunque estamos en un estado de imperfección, y conocemos en parte, debemos amar al Señor de una manera cristiana, pues se nos ha revelado lo que necesitamos, para amarlo. Debemos obedecer sus mandamientos (Jn 14:15, 21, 23). Debemos amarlo con todo nuestro ser (Mc 12:30). Debemos amar a Cristo por encima de todo (Mt 10:37). Quien no lo ame, es maldito (1 Co 16:22). Debemos amar a los hermanos como Cristo con nosotros (1 Jn 3:16). Debemos amar a nuestras esposas como Cristo amó a la iglesia (Ef 5:25). Debemos amar a los enemigos (Mt 5:44). Debemos andar en amor (Ef 5:2).

 

3. ¡EL AMOR CUANDO VENGA LO PERFECTO!

 

“Un estado de perfección está en perspectiva: más cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará. Una vez alcanzado el fin, los medios serán abolidos. No habrá necesidad de lenguas, profecía, ni conocimiento inspirado, en la vida futura; la iglesia estará en estado de perfección, completa en conocimiento y santidad. Dios será conocido con claridad; no por destellos transitorios y pequeñas porciones como aquí” (M. Henry).

 

DE LA INFANCIA A LA ADULTEZ.

Matthew Henry comenta: “El estado presente es un estado de infancia, el futuro, de edad adulta… Así consideraremos nuestros dones y adquisiciones más preciados en este mundo, cuando lleguemos al cielo. Despreciaremos nuestra locura infantil al enorgullecernos de tales cosas, cuando seamos hombres adultos en Cristo”.

 

La niñez es una vida de vanidades (Ecl 11:10). El Antiguo Pacto era un estado de aun mayor niñez, comparado con el nuevo Pacto (Gál 4:1-5). Debemos dejar los rudimentos de ese Pacto, y avanzar hacia la perfección (He 6:1-2). Si vivimos en contiendas, somos como niños carnales (1 Co 3:1-2). No debemos ser niños en nuestra manera de pensar (1 Co 14:20-22). Cuando llevamos tiempo en el Evangelio, y aún nos deben mostrar lo básico (He 5:12-14). Aunque no somos perfectos, debemos caminar hacia la perfección (Fil 3:12-14).

 

DE LO OSCURO A LO CLARO.

Matthew Henry comenta: “Todo es oscuro y confuso ahora, comparado con lo que será en el más allá… ¡Oh, glorioso cambio! Pasar de la oscuridad a la luz, de las nubes al sol radiante del rostro de nuestro Salvador, y en la luz de Dios, ver la luz (Sal 36:9). Solo la luz del cielo disipará toda nube y oscuridad del rostro de Dios”. 

 

Lo veremos tal como es (1 Jn 3:2). Veremos a Dios cara a cara, sin ser consumidos (Mt 5:8). Veremos el rostro del Señor en Gloria (Ap 22:4). Estaremos presentes con el Señor (2 Co 5:6-8). Veremos la nueva Jerusalén en toda su Gloria (Ap 21:22-23). Veremos todo el esplendor de Dios (Ap 22:5). En su luz veremos la Luz (Sal 36:9). Se manifestará visiblemente su Reino (Is 24:23). Vendrá el Estado Eterno, y Dios será luz perpetua (Is 60:19-21). No habrá ningún dolor (Ap 21:4). No habrá maldición (Ap 22:3). }

 

Daremos eternas aleluyas de amor a Cristo (Ap 5:9-10). Alabaremos al Padre y al Hijo en amor perfecto para siempre (Ap 5:13). Cantaremos en amor eternamente al Dios tres veces Santo (Ap 4:8). Le serviremos en amor eternamente (Ap 7:15). Se manifestará en nosotros la gloria venidera (Ro 8:18). Vemos hoy como por un espejo, pero somos transformados de gloria en gloria hasta la perfección (2 Co 3:18). La fe y la esperanza perderán su uso en el cielo. La fe se convertirá en visión, y la esperanza en gozo; pero el amor continuará en una esfera más alta, en mayor grado, y de manera perfecta (v13).

 

¡AÑOREMOS EL AMOR CUANDO VENGA LO PERFECTO! «Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; 10 mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará. 11 Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño. 12 Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido»



X SU GRACIA: Comunidad Cristiana.


Escucha el sermón del domingo 27 de Julio de 2025: ¡EL AMOR CUANDO VENGA LO PERFECTO!

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