¡SIN AMOR NADA SOMOS! (Serie: La preeminencia del Amor).
- mayesil
- 9 mar
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Actualizado: 23 mar

«Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. 2 Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. 3 Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve» (1 Corintios 13:1-3).
En este capítulo el apóstol Pablo nos pasa a mostrar cuál era ese camino más excelente que menciona al final del capítulo anterior (1 Co 12:31): “Procurad pues, los dones mejores. Mas yo os muestro un camino aún más excelente”, es decir el amor o caridad. El amor “Ágape”, un amor incondicional, desinteresado, sacrificial, como el amor de Dios por su pueblo. En los versos 1 al 3, vemos su importancia, y que sin éste nada somos, en los versos 4 al 7, vemos sus características, y finalizando los versos 8 al 13, vemos que supera los mejores dones y gracias; pues es eterno.
1. EL AMOR.
“O Caridad (amor Ágape). No lo que se entiende en el uso común de la palabra (dar limosna); sino amor en su significado más completo y extenso, amor verdadero a Dios y al prójimo, una disposición mental benévola hacia nuestros hermanos cristianos, que surge de una devoción sincera y ferviente a Dios. Este principio vivo de todo deber y obediencia, es el camino más excelente del que habla el apóstol (1 Co 12:31), preferible a todos los dones. Sin esto, los dones más gloriosos son nada, no tienen importancia, no tienen ninguna estima a la vista de Dios” (Matthew Henry).
EL AMOR es el mayor don, gracia, y también el principal mandamiento, se dirige a Dios y después al prójimo. En el mundo es considerado como una especie de debilidad afectuosa, una indulgencia cariñosa (palmaditas en la espalda), es reducido a un simple sentimiento enfermizo, copiado de las emociones humanas, el cual justifica el pecado. Sin embargo el amor Ágape, es un amor sacrificial, que no se goza en la injusticia, si no que se goza en la verdad (v4-7). El amor es mayor que todos los dones, pues nunca acabará (v8-10), y por eso mismo es mayor que las mejores gracias (v13). El amor es el gran mandamiento y fundamento de toda la Ley, como dijo Jesús cuando los escribas e intérpretes de la Ley, le preguntaron para tentarle (Mc 12:29-34; Mt 22:34-40). Lo reitera en la parábola del buen Samaritano cuando el intérprete de la Ley le pregunta qué debía hacer para heredar la vida eterna (Lc 10:26-28). Jesús citaba el Antiguo Testamento, Dt 6:4-5 para especificar los primeros 4 mandamientos del decálogo; y Lv 19:17-18, para los últimos 6.
EL AMOR DE DIOS.
No es solo que Dios ama (como atributo), Dios es el Amor mismo (en esencia). Dios es Amor (1 Jn 4:8). El amor es de Dios (1 Jn 4:7). Es inherente a Él, nada en la criatura puede provocarlo, atraerlo o impulsarlo (Dt 7:7-8). Es gratuito, espontáneo, inmotivado (amamos a los demás por algo, Dios no ama de esta manera). Su amor es Eterno por su pueblo (Jer 31:3). Su amor es soberano (Ro 9:13). Dios es soberano, hace lo que quiere; Dios es amor, ama a quien quiere. Su amor se manifestó al enviar a Su Hijo al mundo (1 Jn 4:9). Dios mostró su amor al mundo al entregar a Su Hijo por él (Jn 3:16). Cristo manifestó su amor al morir por su pueblo (Ro 5:8). Dios nos amó antes de amarlo, al enviar a Cristo (1 Jn 4:10). Cuán grande es el amor del Padre al llamarnos sus hijos (1 Jn 3:1). Dios nos amó para que podamos amarlo (1 Jn 4:19).
DEBEMOS AMAR A DIOS.
Esto se muestra en nuestra obediencia a Él. El que ama a Dios, guarda sus mandamientos (Jn 14:15, 21). Guarda su Palabra (Jn 14:23). Los hijos de Dios se conocen por guardar sus mandamientos (1 Jn 5:2-3). El que lo obedece, es porque el amor de Dios se ha perfeccionado en él (1 Jn 2:5). El que no ama a Dios, no obedece su Palabra (Jn 14:24). El que dice conocer a Dios y no lo obedece, es un mentiroso (1 Jn 2:4).
DEBEMOS AMAR A LOS HERMANOS.
Así como Dios nos ha amado, debemos amar a los hermanos (1 Jn 4:11). Allí se muestra si estamos en la luz (1 Jn 2:10). Si hemos pasado de muerte a vida (1 Jn 3:14). Si somos nacidos de Dios, y lo conocemos (1 Jn 4:7). Debemos sacrificarnos por los hermanos; Cristo lo hizo por nosotros (1 Jn 3:16). Debemos ayudarlos cuando estén en necesidad (1 Jn 3:17). Si amamos a Dios, debemos amar al hermano (1 Jn 4:21). Es el mensaje de siempre de parte de Dios (1 Jn 3:11-12). El que odia a su hermano, está en tinieblas (1 Jn 2:9, 11). Es un homicida (1 Jn 3:15). Es un mentiroso (1 Jn 4:20). No conoce a Dios (1 Jn 4:8).
DEBEMOS AMAR AL PRÓJIMO EN GENERAL.
Al hacerlo cumplimos la Ley (Ro 13:8-9). No debemos hacerles daño (Ro 13:10). Debemos amar incluso al enemigo (Mt 5:43-45).
2. LOS DONES SIN AMOR.
Podemos tener los dones más extraordinarios, saber todas las doctrinas de la fe cristiana, entender y discernir las Escrituras, tener un grado alto de fe para los milagros; pero sin amor, de nada nos sirven.
LAS LENGUAS.
“Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe”.
Muchos dicen hablar en lenguas, pero no pueden controlar su lengua (chisme, mentira, falsos testimonios herejías), con esto aborrecen al prójimo. Muchos hablan y nadie les entiende, lo hacen por amor a ellos mismos, no a los otros (1 Co 14:8-11). Usan palabras forzadas, altas, elevadas (Teólogos, eruditos, filósofos medievales). Se apacientan a sí mismos. No están pensando en la edificación de la iglesia (1 Co 14:14-17). Debemos pensar en los otros, no en nosotros (1 Co 14:19).
PROFECÍA, MISTERIOS, CONOCIMIENTO.
“Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia…, y no tengo amor, nada soy”.
Balaam profetizó de parte de Dios, bendijo al pueblo de Dios, profetizó de Cristo (Nm 24:17, 19). Sin embargo, era codicioso, acepto las dadivas de adivinación de los ancianos de Moab y Madián (Nm 22:7), se lanzó por lucro (Ju 1:11), “amó el precio de la maldad” (2 P 2:14); fue además un idólatra, edificó 7 altares a los astros del cielo (Nm 23:14), e incitó a los israelitas a la idolatría, a comer de lo sacrificado a los ídolos y a cometer fornicación (Ap 2:14). Saúl también profetizó entre los profetas de Dios, y todos se admiraban (1 S 10:11). Sin embargo, fue rebelde y desobediente a la orden de Dios; no destruyó por completo a los amalecitas, y dejó para si lo mejor del botín; por tanto, fue desechado como Rey (1 S 15:23). De nada sirve esto, si no obedecemos al Señor (Mt 7:21-23). Muchos menos el conocimiento humano sin Cristo, vale algo (1 Co 1:21), como el de científicos, filósofos, eruditos, etc.
FE MILAGROSA.
“y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy”.
El grado máximo de fe (Mc 11:23-24). Judas profetizó, expulsó demonios, pero “era ladrón, y teniendo la bolsa, sustraía de lo que se echaba en ella” (Jn 12:6); fue el más grande traidor de la historia humana, entregó a Cristo; y hoy está “en su propio lugar” (Hc 1:25). De nada sirve esta fe, si somos hacedores de maldad (Mt 7:22-23). Lo importante no es la fe milagrosa, los dones, lo que vale es el fruto, que seamos salvos (Lc 6:19-20).
3. LAS OBRAS SIN AMOR.
Podemos ser muy caritativos con el prójimo, ayudar a los pobres, servir en la iglesia, haber hecho grandes sacrificios como creyente; pero si nada de esto, lo hemos hecho por amor al Señor y su pueblo, de nada sirve.
LA GENEROSIDAD.
“Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres…y no tengo amor, de nada me sirve”.
La fe sin obras es muerta (St 2:17), pero también lo son las obras sin fe (amor), pues “todo lo que no proviene de fe, es pecado” (Ro 14:23). Judas ayudaba a los pobres, pero por interés personal (Jn 12:3-6). Así hacen las mojas de la caridad, los filántropos, y muchos políticos corruptos. Los hipócritas dan para ser vistos (Mt 6:2-4), como sucede muchas veces en Navidad. Muchos gastan su dinero para obtener el don de Dios (Hc 8:18-20), como con las indulgencias, pactos, o siembras.
LOS SUFRIMIENTOS O SACRIFICIOS.
“y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve”.
Muchos sufren en vano como los musulmanes que se inmolan, los mártires católicos, los coptos griegos en oriente, o los testigos de Jehová en Rusia o China. Si no puedo esperar encomendarme a Dios entregando mi cuerpo para que lo quemen, sin tener amor, nunca podré esperar hacerlo quemando o maltratando a otros, en abierto desafío a todo amor (Jn 16:2). Muchos se arriesgan valiente y celosamente como Jehú, que por orden de Dios se levantó para acabar con la idolatría, el culto a Baal, y exterminar la casa de Acab (2 R 10); pero no lo hacía de corazón (2 R 10:31). Algunos tratan duramente su cuerpo para mortificar la carne (Col 2:20-23). Unos suben a Monserrate de rodillas, se flagelan en semana santa, hacen votos (obediencia, castidad, pobreza, largas caminatas descalzos, largos ayunos). Muchos como los fariseos, ayunan sacrificialmente, no por deleite espiritual (Mt 6:16-18). Otros oran para ser vistos; no para buscar al Señor (Mt 6:5-6).
Muchos hacen sus obras para ser reconocidos (Mt 23:5-7). Los seguidores de las falsas religiones, hacen obras para limpiar su pecado (Is 64:6). Hacen obras para obtener justicia ante Dios (Ro 10:2-3). No lo hacen por la fe que obra por el amor (Gál 5:6).
Si no amamos a Cristo, estamos en condenación (1 Co 16:22). El amor nos asegura en el juicio (1 Jn 4:17). El amor ahuyenta el temor (1 Jn 4:18). Debemos permanecer en amor, pues Dios es amor (1 Jn 4:16). Si nos amamos entre nosotros, Dios permanece en nosotros (1 Jn 4:12).
¡SIN AMOR NADA SOMOS! “Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. 2 Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. 3 Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve”.
X SU GRACIA: Comunidad Cristiana.
Escucha el sermón del domingo 09 de Marzo de 2025: ¡SIN AMOR NADA SOMOS!
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