top of page

¡EL AMOR NO SE IRRITA! (Serie: La preeminencia del Amor).

  • mayesil
  • hace 23 horas
  • 7 Min. de lectura


«(El amor) no hace nada indebido, no busca lo suyo, NO SE IRRITA, no guarda rencor» (1 Corintios 13:5)

 

Del verbo griego “Paroxynein”, o “paroxismo”. El cual significa provocar a ira; exaltación extrema de los afectos y pasiones. Sinónimo de exaltación, agitación, acaloramiento, efervescencia, exasperación, irritación, frenesí, delirio, furor, encono, arrebato.

 

Algunos traducen “No se exaspera”; o “No se provoca fácilmente” (a la ira).

 

Matthew Henry comenta: “(El amor) templa y refrena las pasiones. Corrige la agudeza del temperamento, aplaca su mente, para que no conciba repentinamente, ni se prolongue, una pasión vehemente. Donde está el fuego del amor, las llamas de la ira no se encenderán fácilmente ni se mantendrán ardiendo por mucho tiempo. El amor no se enoja sin causa y se esfuerza por contener las pasiones dentro de los límites adecuados (no excedan medida justa, grado, duración). La ira no puede reposar en el seno donde reina el amor”.

 

1. UNA SOCIEDAD IRRITADA.!

 

"La ira es un pecado universal; está presente en todas las culturas y todas las generaciones la han experimentado. Nadie puede aislarse de su realidad o ser inmune a su veneno. Invade a todos y destruye nuestras relaciones personales más íntimas. La ira es un componente inherente de nuestra naturaleza caída y pecaminosa. Tristemente esto sucede también en nuestros hogares e iglesias cristianas” (Jerry Bridges - Pecados respetables).

 

Vivimos en una sociedad irritada. El mal genio, el mal carácter, está por todo lado, y por cualquier cosa; en la calle, en el transporte público, en las casas, en colegios, universidades, empresas, en el gobierno. Ira porque tenemos hambre, ira porque nos toca esperar a otros, por una fila en un banco, en una clínica o en el supermercado; ira por el tráfico de la ciudad, ira porque nos cambian las condiciones, ira porque no se hace como nosotros queremos, ira porque alguien nos dice algo que no nos parece.

 

Personas que alegan solas, que pelean con las cosas, consigo mismos; conductores airados (carro, bus, taxi), que pelean por las imprudencias de otros, o porque no los dejan pasar; que persiguen a otros conductores para cerrarlos; que se bajan a pelear y golpearse unos a otros; peleas por el puesto en Transmilenio o en los buses de servicio público; asesinatos por celos; hombres que se pelean a golpes; hombres y mujeres, jóvenes, que exigen a grito herido sus derechos; fanáticos deportivos (política, religión), barras bravas, que se insultan y golpean con los del otro equipo; hombres que insultan o golpean a sus esposas; mujeres que se levantan contra sus esposos, que lloran como niñas chiquitas por cualquier cosa; padres medio locos que maltratan a sus hijos porque no les hacen caso; niños y jóvenes malcriados que hacen berrinches porque sus padres (o maestros) no les satisfacen sus caprichos; políticos en el congreso de la república, que como gamines, se pelean e insultan unos a otros, por sus agendas políticas.

 

Y nuestra sociedad actual justifica la ira desde temprana edad. La “crianza respetuosa” enseña a padres a permitir en sus hijos ataques de ira, griterías, llantos, berrinches, incluso violencia y golpes; y frente a su total indiferencia, solo deben observar y dejarlos, “respetarlos”. Y cuando crecen, como ya lo vemos, se convierten en personas sin ningún control, ni dominio propio, que pueden llegar a cometer los peores delitos. Vemos también leyes de educación en que se les permite a niños y jóvenes hacer lo que quieran, sin recibir ninguna sanción, en caso de ira descontrolada, no se les pone ningún freno, dónde maestros y profesores tienen las manos atadas. Se justifica también por medio de leyes el asesinato, en caso de "ira e intenso dolor". La ira en lugar de ser un pecado odiado se ha vuelto la excusa de muchos malos comportamientos.

 

La ira enciende la sociedad (Pr 29:8). Vivimos en una sociedad llena de iras, contiendas, riñas, violencia, peleas unos con otros. El que se irrita hace locuras (Pr 14:17). Vivimos en una sociedad llena de violencia unos con otros (Is 3:5). Así la describió el Señor en tiempos de Ezequiel (Ez 7:23). La ira, la mayoría de las veces, se manifiesta con la lengua, la cual contamina todo (St 3:6). La ira es obra de la carne (Gál 5:19-21).

 

2. IRRITADOS.

 

“Nadie es inmune a irritarse con otros, aun los que son reposados y afables (ejemplos abajo)… El verbo griego paroxynein quiere decir provocar a ira…los miembros de la comunidad de Corinto sufrían tensiones que resultaban en provocaciones. Tenían que soportar las facciones, la inmoralidad, las demandas judiciales, las peleas matrimoniales, la comida ofrecida a los ídolos. Los desencuentros estaban a la orden del día y dañaban las relaciones. Pablo sabía que la ruptura que se produjo entre él y Bernabé surgió de una fuerte discrepancia (Hc 15:36-41). Aquí nos hace notar que el amor no deja espacio para el enojo” (Hendriksen & Kistemaker).

 

IRRITADOS EN EL REINO DE LAS TINIEBLAS.

El diablo, al ser expulsado por Dios, descendió con gran ira contra el mundo (Ap 12:12). Satanás hoy está lleno de ira contra el pueblo de Dios (Ap 12:17). Amán se llenó de ira por el desaire de Mardoqueo (Est 5:9). Acab se enojó como un niño, porque Nabot no le quería entregar su viña (1 Ry 21:4). Los judíos se enfurecieron y golpearon a Esteban por lo que les dijo (Hc 7:54, 57).

 

IRRITADOS EN EL REINO DE LA LUZ.

Moisés fue considerado en aquel entonces por Dios, el hombre más manso de la tierra (Nm 12:3). Sin embargo, no pudo controlar su enojo frente a un pueblo murmurador. Después de conducir a Israel 40 años por el desierto, perdió la calma cuando ellos le protestaron por falta de agua (Nm 20:10-11). Aunque fue inducido por el pueblo, Moisés pecó, como dice el salmista (Sal 106:32-33). Y Dios lo castigó por su ira (junto a Aarón), no entrarían a la tierra prometida, y llamó precisamente a aquel lugar “las aguas de la rencilla” (Nm 20:12-13). Jonás se enojó con Dios por el arrepentimiento de los de Nínive (Jon 4:1-4). Jonás se enojó porque Dios secó con un gusano la calabacera que le había preparado antes para darle sombra (Jon 4:8-9). Los gálatas aborrecieron a Pablo porque les dijo la verdad (Gál 4:16). Pablo y Bernabé se separaron por una fuerte diferencia (Hc 15:39-40).

 

3. ¡NO NOS IRRITEMOS

 

 

“El enojo justo no sólo está permitido, sino que a veces es necesario (ejemplos abajo)… Sin embargo, el salmista nos advierte contra el pecado del enojo (Sal 4:4) y Pablo amplía el consejo diciendo que no se ponga el sol sobre nuestro enojo (Ef 4:26)” (Hendriksen & Kistemaker).

 

IRA SANTA.

Justamente irritados. En la Biblia vemos muchas veces reflejada la ira de Dios: Por la idolatría (Israel, Judá, naciones paganas), la inmoralidad sexual (Sodoma y Gomorra), la impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad (Ro 1:18), con el impío todos los días (Sal 7:11). Leemos también de “El Dia la Ira de Jehová”, o que “el gran Dia de su ira ha llegado”. Por su puesto, esta Ira del Señor, es Santa y Justa, no es pecaminosa.

 

La Biblia nos dice que hay ira que no es pecado (Ef 4:26). Moisés ardió en ira por la idolatría del pueblo, y rompió las tablas de la ley (Éx 32:19-20). Moisés se airó con los rebeldes de Coré (Nm 16:13-15). Isaías, de parte del Señor, reprendió con ira justa al pueblo que había provocado la ira del Señor (Is 1:4). Juan el Bautista ardió en ira santa contra los fariseos y saduceos que venían a su bautismo (Mt 3:7). Jesús ardió en ira y celo contra los mercaderes del Templo (Jn 12:15-17). También se enojó con los escribas y fariseos que lo asechaban por si iba a sanar en día de reposo (Mc 3:5). Se enojó también por la incredulidad de sus discípulos, por no poder sanar a un lunático (Mt 17:17). Pablo se enardeció en su espíritu al ver a Atenas llena de idolatría (Hc 17:16-17). También reprendió con ira santa a los gálatas (Gál 3:1).

 

NO NOS IRRITEMOS.

Debemos ejercitar el dominio propio, que es fruto del Espíritu (Gál 5:22-23). Meditemos antes de airarnos (Sal 4:4). No nos irritemos en casa, no nos acostemos enojados (Ef 4:26-27). No nos irritemos entre hermanos (Mt 5:22-24). No nos irritemos en las exhortaciones (recibirlas, darlas), pues Dios no obrará en nosotros (St 1:19-20). No irritemos a nuestros hijos, ni a nadie (Col 3:21). No lleguemos irritados a la presencia de Dios (1 Ti 2:8). No nos irritemos al ver la suerte de los impíos (Sal 37:8-9). No nos irritemos aunque nos insulten o quieran aprovecharse de nosotros (Mt 5:39-41).

 

La ira reposa en los necios (Ec 7:9). La ira es contagiosa (Pr 22:24-25). El airado peca mucho (Pr 29:22). Recordemos que el que se irrita hace locuras (Pr 14:17). El que se irrita violentamente, pierde (Pr 19:19). El iracundo promueve contiendas, el que se domina las apacigua (Pr 15:18). La ira enciende todo, seamos sabios, apartemos la ira de nosotros (Pr 29:8). La ira es necedad, dominarla es prudencia (Pr 12:16). Dominarse es inteligencia, no hacerlo es necedad (Pr 14:29). Seamos sabios, no necios (Pr 29:11). Dejemos la ira y el enojo (Col 3:8). Saquemos de nosotros la ira (Ef 4:31-32). El que domina la ira es realmente fuerte (Pr 16:32). Dios nos libró de su santa Ira, pagará con su justa ira a sus enemigos, a los que airados contra Él (2 Ts 2:8-9). 

 

Amigo, no se irrite con Dios, no contienda con Él, entréguese a Él. Hermano, acepte su providencia, designios; no nos irritemos con nadie. Recordemos las palabras de Dios a Jonás “¿Haces tú bien en enojarte tanto?” 

 

¡EL AMOR NO SE IRRITA!



X SU GRACIA: Comunidad Cristiana.


Escucha el sermón del domingo 18 de Mayo de 2025: ¡EL AMOR NO SE IRRITA!


 

Comments


bottom of page